lunes, 21 de noviembre de 2011

¿Qué es un criollo?

Tras dos meses de clases de Historia me vuelve a tocar a mí hacer un repaso a lo que ha dado de
sí el trabajo que se nos ha pedido a nuestro grupo para esta semana. En esta ocasión teníamos que responder a la pregunta ¿Qué es un criollo?

"Esto me suena muy familiar" decía yo, con respecto a esa definición que debía buscar."Me suena haberlo escuchado en Argentina", mi país de origen. Y claro, no tenía más que ponerme a buscar sobre este término para confirmarlo, aunque curiosamente no tenía mucho que ver con lo que se nos pedía para esta pregunta. El motivo de las diferencias semánticas a cada lado del Atlántico se debe a que en América la palabra "criollo" llegó a obtener distintos significados.

En Argentina se denomina criollo a algo propio del país. Éste es uno de los significados a los que evolucionó la palabra, el cuál yo considero el más importante entre sus cambios. Indagando, se puede encontrar que una de las acepciones del diccionario de la RAE es "Autóctono, propio, distintivo de un país hispanoamericano". Mientras que la que suele entender como la primera en España es: "Se llama criollo a la persona que es descendiente de padres europeos nacido en hispanoámerica. Especialmente, descendientes españoles de la América colonial" (Diccionario de la RAE).

Por otra parte al investigar sobre los primeros criollos uno puede entender mejor lo que fue
ocurriendo a lo largo del tiempo en América para que las colonias acabasen por independizarse. La familia criolla venía a intentar ser allí lo mismo que era la nobiliaria española, aunque con más
esclavos y sirvientes que éstos últimos. Los criollos llegaron a construir el auténtico poder
económico de América gracias al mayorazo -todos los bienes recaían sobre el hijo mayor, así no se
dividían los patrimonios- y la dote -dinero o conjunto de bienes que la mujer aportaba al
matrimonio- ya que se hacían matrimonios de conveniencia.

Poco a poco los criollos, poseyendo las riquezas de sus países, quisieron conseguir el poder de la administración y de los títulos nobiliarios de los españoles. Por esto último y porque tenían menos derechos que los nobles comenzó a haber conflictos, que, con el paso del tiempo, acabaría en la independencia de las colonias americanas.

Ése vendría a ser el resumen, sin extenderme mucho más, de la información que obtuve de una simple pregunta que parecía pedir una definición sin más. Lo más llamativo de esta pregunta es saber entender cómo en América el movimiento criollo fue una liberación de las tierras, que llevó a la independicia de lo que son hoy los estados que forman el sur del continente, mientras que en España supuso un desastre tanto económico como social. En menos de 100 años la gran expansión del territorio español se vio apenas reducido a prácticamente parte de una península. Es curioso cómo según dónde estemos y de dónde seamos, veamos un momento de la historia o incluso una sóla palabra, desde puntos de vista completamente distitintos.

lunes, 14 de noviembre de 2011

El papel del oro y la plata americana en la economía española y europea

Al comienzo de la Edad Moderna y con el descubrimiento de América, la explotación por parte de las potencias europeas de las colonias en ultramar ocasionó la llegada masiva de metales preciosos al viejo continente. Este hecho, evidentemente, tuvo efectos de gran trascendencia y dio un vuelco a la economía .

El primer aspecto a tener en cuenta es el favor que la abundancia de oro y plata (generalmente plata) suponía para el desarrollo de un primigenio sistema capitalista. A más riquezas, más factible se hizo la mecanización de la producción, así como la división del trabajo. Se desarrolló así el mercantilismo, política económica que apostaba por la acumulación de oro y plata como base de la riqueza de un país, y esto se lograba explotando las riquezas existentes en las propias colonias, y evitando así el contacto comercial con las potencias enemigas, poniendo en funcionamiento los mecanismos del comercio triangular, que partía de Europa a África para proveerse de esclavos, venderlos en América y allí proveerse de materias primas con que volver a Europa.

Aparte de esta consecuencia, es preciso señalar también una de signo contrario: la llamada revolución de los precios. Ésta fue un fenómeno que se desarrolló en toda Europa, aunque es cierto que tuvo mayor impacto en los territorios de la Monrquía Hispánica, y que consistió en un aumento de los precios sin precedentes, que los hizo crecer en un 600% a lo largo del siglo XVI. Esto supuso una importante traba en el desarrollo económico de la Monarquía Hispánica, pues, al ser más altos los costes de producción, eran más baratos y convenientes los productos extranjeros. Por esto, y esta información es matizable, la manufactura española quedó atrasada respecto a la del resto de Europa. Si bien es cierto que la Monarquía Hispánica se sirvió de los metales preciosos que le llegaban en masa de América y prestó menos atención al desarrollo de la industria de la época, también cabe destacar que la industria manufacturera creció durante aquellos tiempos.

Ciertamente, pudo haber crecido más, pero lo que en su día fue motivo de orgullo para la Monarquía, la expulsión de los judíos, supuso la privación de uno de los grupos más preparados intelectualmente, que tal vez hubiera podido evitar, prevenir o paliar las consecuencias que la política económica de la época tendría en tiempos posteriores. Pues, pese al citado desarrollo, circulaba un dicho popular en aquellos tiempos que erzaba que "España es las Indias de los extranjeros", pues se entendía que, si España extraía oro y plata de las Indias Occidentales, con la misma facilidad los extraían de España los demás países europeos.

Teniendo en cuenta todo esto, amén de los inmensos gastos militares que sangraban a la mayoría de potencias europeas, aunque especialmente los reinos hispánicos, se extrae un balance positivo, aunque matizable y mejorable, del efecto que produjeron los metales preciosos que llegaban a Europa desde las colonias americanas.

Entrada de Vicent Soler Checa

lunes, 7 de noviembre de 2011

Madrid en la Edad Moderna

Siglo XVI

Bajo el reinado de Felipe II, en 1561, Madrid fue nombrada capital y a partir de ese momento experimentó un incremento progresivo en la población cuya capacidad espacial no podía soportar; pasó de 20.000 a 60.000 habitantes. Fue por ello que la urbe creció de manera caótica, llena de calles estrechas y trazadas, con una salubridad y alcantarillado en un estado pésimo.

Sin embargo, en esta misma época, dentro de la Comunidad, cabe subrayar la edificación del Monasterio de El Escorial, así como el Puente de Segovia sobre el río Manzanares y la unificación de dos calles que formaron la Calle Mayor.


Siglo XVII

Por unos pocos años, Felipe III trasladó la Corte a Valladolid, aunque pronto regresó a Madrid. La población de la capital continúo su rápido crecimiento, debido a la emigración de familias nobles castellanas que iban en busca de una mejora en su economía y, en algunos casos, cierta influencia en la Corte.

A lo largo de este siglo, Madrid fue adquiriendo cada vez más reconocimiento mientras que el de Sevilla iba en continua disminución. De modo que, tanto nobles como artistas de la talla de Velázquez se acercaron a la emergente urbe en busca de una mejora económica.

En cuanto a las construcciones, fue a principios de siglo cuando se construyeron la Plaza Mayor y El Retiro. La población superaba los 100.000 habitantes, por lo que, hubo que cercar la ciudad con una cuarta muralla.

Siglo XVIII

En la primera mitad del siglo tuvo lugar el desafortunado incendio del viejo Alcázar, situado donde hoy se encuentra el Palacio de Oriente, de modo que la Corte tuvo que trasladarse al Palacio del Buen Retiro. Para enlazarlo con la ciudad se diseñaron, ya bajo el reinado de Carlos III, siguiendo este las directrices del Conde de Aranda primero y del Conde de Floridablanca después, las fuentes de Cibeles y Neptuno, la Puerta de Alcalá o la Casa de Correos. De este modo, las competencias jurisdiccionales del poder local fueron disminuyendo en beneficio del Borbón. Con ayuda de sus ministros tomó diversas medidas para lavar la cara a la capital que sufría altos niveles de delincuencia y, como ya se ha mencionado antes, una salubridad muy poco cuidada. Entre otras caben destacar: el plan de alcantarillado para evacuar las aguas residuales, la ley que prohibía tirar basuras a las calles y la implantación de un servicio de recogida y la iluminación y empedramiento de las calles.
Debido a ciertos cambios en las costumbres indumentarias, que tenían como objetivo reducir la delincuencia y hacer de Madrid una ciudad más atractiva, y a un incremento en los precios, tuvo lugar el Motín de Esquilache que terminó con la deportación del ministro del mismo nombre que quiso imponer estas reformas.

Si bien es cierto que se llevaron a cabo estos cambios de embellecimiento de la ciudad, prácticamente tan sólo afectaron a los entornos palaciegos, quedando la población de la periferia hacinada debido al constante crecimiento de esta: a finales del siglo, Madrid contaba con 190.000 habitantes.

Andrea Gasca